Un árbol muy caído
sin más verdor aparente
que el de la propia sangre
aupándose desde la raíz
a la nada.
Un código inacabable
para la supervivencia.
Aunque no le sirva
ni a la tierra.
Ni siquiera dios se detendría
a observar el fervor infinito
de un ser tan miserable
mitad héroe, mitad trampa,
que no cobijó ni a la araña.
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