Conocí a muchos como tú
huían hacia ese lugar,
hablaban de amor
y tranquilidad.
Es una forma de estar
que nosotros denigramos
en este otro establo
de vuestra libertad.
Pacemos caballos invocados
y anillados. Sin espera,
la tranquilidad no existe.
Ya habéis logrado
que nuestro corazón
no sea entregado.
Sólo vive la fúria
en el verde hirviente
de nuestros cascos herrados.
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